Antes de que el demonio sepa que has muerto

Una reflexión sobre la situación actual de los mapas sonoros en el Estado Español y aledaños, con licencia poética a Sidney Lumet, que nada tiene que ver en todo esto.

Texto de Edu Comelles Allué, publicado en MASE (© marzo 2014)

Sigo pensando de forma clara y certera que los mapas sonoros tal y como los conocemos en la actualidad son herramientas sumamente prácticas para enmarcar, difundir o exponer aquello que comúnmente conocemos por paisaje sonoro. Este sería el punto de partida hacia el que guiar esta pequeña disertación, y con ella quiero, en la justa medida, analizar en que punto se encuentra esta práctica híbrida entre varias disciplinas ya sean artísticas, creativas o pseudo-científicas. Todo ello en el marco de nuestro país y alrededores, siendo imposible acotarlo a menos. Así mismo este texto se plantea como un status quo, un modesto recorrido por la rigurosa actualidad de este tipo de prácticas con el telón de fondo de la coyuntura actual y con la vista puesta en el futuro.

Situación

Desde los pioneros proyectos de Escoitar y Soinumapa son múltiples las plataformas que han tomado la idea de archivar y mostrar paisajes sonoros de distintos lugares o situaciones. Todas estas plataformas han introducido ligeras variaciones sobre la idea original y han desarrollado soluciones alternativas a las planteadas por sendos mapas (el gallego y el vasco) lo cual ha llevado indudablemente a una evolución (1).

Digamos que el planteamiento original de los mapas sonoros era el de archivar y documentar paisajes sonoros en peligro de extinción y generar un archivo documental que ofreciera una serie de muestras de paisaje sonoro sobre un territorio dado. Todo ello a través de una interfaz gráfica que partía de la cartografía como base sobre la que “situar” paisajes sonoros en una matriz de coordenadas cartesianas. En este sentido los pioneros ya mencionados en el encabezamiento de este texto ejemplifican la tendencia dominante en este tipo de empresas.

Las ordenaciones de archivos en Escoitar y Soinumapa responde a los ya conocidos entornos naturales, entornos rurales, entornos urbanos, arte, cultura, sociedad y política.

En ellos encontramos categorías tales como lo “mecánico” (en Soinumapa) que recoge al parecer, sonidos producidos por mecanismos varios, desde un túnel hasta un escape de agua en una tubería. En Escoitar encontramos similares categorías aunque estas sean difíciles de visualizar a partir de los símbolos clicables en el propio mapa. Este tipo de ordenación se repite en infinidad de mapas sonoros, la distinción entre lo urbano y lo rural; lo humano y lo natural; tradicional y moderno etc…

Una vez nos adentramos en la escucha de los propios paisajes que componen el mapa, nos podemos dar cuenta rápidamente de que existen categorías intermedias y que incluso varios paisajes podrían encontrarse en puntos intermedios, lo cual evidencia lo borroso de las categorías dentro de este tipo de ordenación y archivo. Esta indefinición semántica tiene todo el sentido del mundo cuando hablamos de paisaje sonoro. Siendo este un material cambiante y con unos límites tan desdibujados resulta difícil enmarcarlos directamente en categorías específicas. Evidentemente el rumor de las olas del mar rompiendo en un acantilado si que entra en la categoría de sonidos naturales pero incluso, si estas olas rompen en un espigón hecho por el hombre allí los límites de nuevo se desdibujan. Esta hipérbole, solo busca resaltar eso, el carácter difuso del paisaje sonoro. Por ello el uso del mapa como modelo de ordenación es tan práctico: simplemente consiste en ordenar los paisajes sonoros según su localización, el lugar donde son escuchados.

Estas características básicas se repiten, o han sido imitadas o reinventadas por infinidad de mapas posteriores. Son referencia los mapas de Escoitar y Soinumapa porque establecen las reglas del juego. A su vez, los mismos creadores de dichos mapas han contribuido a la creación de otros dejando allí un rastro perenne. (2)

Estos otros mapas posteriores a Escoitar, son los mapas a los que nos referiremos en este artículo. Estos mapas, surgen a raíz de convocatorias únicas que plantean el desarrollo de un proyecto en un tiempo específico y que luego, a menudo debido a la falta de fondos, no se continúan o amplían. Hablamos de mapas sonoros encerrados en el tiempo, mapas que se hicieron en un período corto y no obtuvieron continuidad.

Un ejemplo claro es el caso del ya desaparecido (3), Madrid Soundscape mapa que se forma a partir de aportaciones puntuales de los participantes en un taller organizado por Escoitar en La Casa Encendida y con posteriores añadidos de Manuel Calurano y Juan Carlos Blancas, principalmente.

De nuevo Madrid Soundscape se limitó a contar con grabaciones realizadas en unas fechas específicas sin conseguir mayor continuidad. Igual sucedió con Metros Cuadrados de Sonido (4), iniciativa similar acaecida un tiempo después y que dejó de estar activa en el año 2010, dejando eso si, un poso de actividad hasta dicha fecha más que respetable. En este caso hablamos (de nuevo) de grabaciones de campo en Madrid y centrando la atención en la zona de Legazpi. Esta situación, la de mapas sonoros que nacen y “mueren” en un periodo de tiempo se repite en muchos casos. En cierta medida en Andalucía_Soundscape ha sucedido lo mismo aunque se trate de un proyecto que ha evolucionado y centrado la atención en otras cuestiones (5). Los casos “hermanos” de Sons de Patum o el Paisatje Sonor del Segar i el Batre  (6) son, de nuevo, ejemplos claros de campañas puntuales, encerradas y enmarcadas en momentos específicos que no tienen en cuenta la evolución constante del paisaje sonoro.

Asimismo existen proyectos análogos que si que (en un futuro) pueden evolucionar, y ampliarse ya que, se ha dejado una puerta abierta a tal efecto. Huellas Sonoras, el mapa de Sant Bartomeu del Grau (7) realizado por Pablo Sanz es un buen ejemplo de este tipo de mapa sonoro. Este, recoge paisajes sonoros eminentemente veraniegos pues esa fue la época en la que Sanz estuvo en esta pequeña localidad de la provincia de Barcelona. Lo mismo sucedía en Senda Sonora y el Mapa Sonoro de Ibias (8) un archivo sonoro que debido a las restricciones económicas del proyecto solo permitió una corta campaña de recogida de sonidos en verano del 2011, también, curiosamente. Afortunadamente, a día de hoy el Mapa Sonoro de Ibias ya forma parte del activo Mapa Sonoru coordinado por Juanjo Palacios en Laboral de Gijón y podrá, en un futuro, ampliarse. De igual manera Huellas Sonoras sería ampliable ya que se aloja en Radio Aporee, proyecto del que hablaremos más adelante y si contempla algo hasta ahora relativamente incipiente: la posibilidad de un esfuerzo colectivo y deslocalizado, algo de lo que (de nuevo) hablaremos más adelante en el texto.

La historia se repite en aquellos mapas “institucionales”, aquellos que se realizaron con ayudas económicas de instituciones públicas o privadas; encontramos esqueletos de Mapas sonoros que antaño fueron portales activos y encontramos (sobretodo) el mensaje de “URL No encontrada” en muchos de ellos. Las causas puede ser muchas; evidentemente el imperativo económico de mantener proyectos de ese calado a día de hoy, es una de ellas; pero existen otras razones que tienen más que ver con como se concibieron dichos mapas sonoros en un primer lugar.

Muchos de estos mapas se plantearon como empresas colectivas, como una suerte de red social para amantes de las grabaciones de campo.

Los mapas servían (en algunos casos) como portal de encuentro e intercambio de grabaciones, ofreciendo al público en general y no solo a los creadores, la posibilidad de subir sonidos al mapa haciendo uso de mas o menos fáciles interfaces gráficas en web. En ese sentido el caso paradigmático de Soinumapa nos sirve como ejemplo. Estamos ante un mapa que se ha mantenido de forma intermitente durante los años y a día de hoy es uno de los pocos “pioneros” que sigue engrosando su archivo de grabaciones. El mismo, cuenta con un sistema relativamente fácil de utilizar en el que usuarios registrados pueden subir y actualizar sonidos en la web. Esta misma, gira alrededor de esa posibilidad: la de dejar de ser oyente y contribuir. Quizás una de las estrategias para mantener vivos estos proyectos, pero hay más. [...]

Para continuar leyendo, descargue el texto completo en pdf

Redacción: Edu Comelles

Ver publicación en MASE.

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1 Un análisis historiográfico de antecedentes y desarrollo de lo que conocemos como mapa sonoro puede ser consultado en mi tesis doctoral. En la bibliografía de la misma se pueden encontrar referencias hacia esta cuestión y otras de similar índole.
2 El caso de Madrid Soundscape (por ejemplo) una iniciativa llevada a cabo por Escoitar. Longuina, C., Blancas, J. C., & Calurano, M. (2008). Madrid Soundscape. Madrid: La Casa Encendida.
3 A fecha de hoy (13 de marzo de 2014) el enlace http://www.madridsoundscape.org se encuentra inactivo.
4 Angulo, A., Galán, A., Lastra, M., & López Jiménez, A. (2010). Metros Cuadrados de Sonido. Recuperado marzo 13, 2014, a partir de http://escalared.com/archives/410
5 Andalucía_Soundscape no se limita exclusivamente al paisaje sonoro y la cartografía. Alrededor de ese nombre se agolpan proyectos específicos que tienen que ver con al fonografía y el territorio andaluz pero no necesariamente formalizados como elementos de un mapeo sonoro.
6 Ambos proyectos han sido desarrollados por el equipo de trabajo “La Maixerina”. Disponible en: http://sonsdepatum.lapatum.cat/ y http://www.avia.cat/paisatgesonor/ accedidos ambos el 13 de marzo de 2014.
7 Sanz, P. (2011). Huellas Sonoras. Mapa Sonoro digital, Sant Bartomeu del Grau, Barcelona. Recuperado a partir de http://www.20020.org/web/archives/4927
8 Comelles, E., & Palacios, J., (2011). Senda Sonora. Recuperado a partir de http://sendasonora.audiotalaia.net
(La foto que precede este artículo nada tiene que ver tampoco con todo esto. Curiosamente pertenece a un programa televisivo sobre música)

 


Tags:  Edu Comelles mapa sonoro MASE paisaje sonoro

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